viernes, 5 de abril de 2019

Jodido y complejo


Estoy corriendo por laberintos de paredes tatuadas,
con la voz crucificada y temor a ser visto.
Historias repetidas, insípidas.
El dónde y el por qué es irrelevante, mis cinco sentidos están prácticamente adormecidos.
Es una especie de naturaleza feroz que me protege de mi propia sombra.
¿Y qué soy si no un espejismo del 'yo' creado? Ego.
No sé hacia dónde dirigirme, todo me resulta tan sobrio, visceral.
Sin rostro y sin nombre, ante una multitud farisaica.
Suciedad y muchedumbre, valores disfrazados de intereses,
disconformidad, hambre, lujuria y vicios.
Todo un banquete ofrecido bajo la etiqueta 'público', la cual cuesta, de vez en cuando, el sudor de más de una vida. Y se hereda, transforma y vende.
Y quien en el laberinto pereció, ni rastro queda más que el eco de lo que nunca logró.
Fueron números mezclados con ratas de laboratorio,
lágrimas tintadas de sangre y desperdicios. 
Y la historia se perpetua, a esos números se les metieron las ratas en la cabeza, ahora son ellos quienes producen la cadena, y se atan, desnaturalizan.
Sólo muestran lo que aspiran a ser y maquillan hasta anular lo que son. Pero todos sabemos que de las pesadillas y el remordimiento nadie sale intacto.
Entonces dejo de correr, y espero a que el sol vuelva a salir, pero esta vez con intensidad, hasta que me queme la piel y recuerde que no soy más de lo que soy.
Jodido y complejo.