lunes, 25 de diciembre de 2017

Alone and blue

Estaba nadando en una laguna de pensamientos de segunda mano, algunos los recuerdo vivamente bajo mi piel circular con mi sangre. Y me duele no soñar, lo siento en los huesos. Es como si la humedad me aferrara en las paredes percudidas de una casa ajena. Y cuando más descosido estoy más distante te veo. Pero te sigo escuchando llorar en la oscuridad de la noche. Porque, como la primera vez que te miré, veo borroso tu sentir. Y la verdad que el desprecio planta desconcierto y no florece, muere en uno. Y el cúmulo de años hace un nido de polillas, que te cuentan cuentos grises de buena noche. Y el volar de delirio no es cura más que parche. Las luces siguen apagadas, y el arte de pasar desapercibido es sólo nuestro. Y si te llegasen a mirar, acabarían girando el rostro ante la ignorancia de la profundidad de nuestros ojos. 
Pero el recuerdo de lo que no pasó y la desesperanza te siguen haciendo apoyar la cabeza en el cristal del tren, y mientras observas la ciudad repleta de caras sin rostro, te das cuenta de lo solo y azul que te sientes. Intoxicación masificada.  E intentamos dormir, pero el pensamiento atormenta y la pesadez del día se repite y encapsula en monotonía. 
Finalmente te envuelves en tus propios pétalos, nos gusta el frío, pero la piel sigue sintiendo. Mejor encendamos un cigarrillo y mirémonos en silencio, quizá podamos parar el tiempo.

lunes, 11 de diciembre de 2017

sediento esta noche

Zack está sediento esta noche. Se pide un vaso de leche y besa un par de cuerpos sin rostro, sin perder costumbre. Pero la jaqueca le exige adrenalina, un chute por tubo, sólo un poco.
Nunca hay testigo, la noche es muda y espectadora es la luna de los ríos de sangre. Huesos rotos y pieza en mano.
Sus ojos se ensanchan como platos y sus dientes se afilan. El placer se acopla en cada gota de sudor que por su frente corre. Y Zack se endurece, las manos se relajan mientras Valentine le canta lírica. Y sigue bebiendo leche, ahora con tres gotas de Wishky escocés.
Sueño encapsulado y sábana sucia. Se levanta tras horas de inmersión y escribe lo que vio durante la oscuridad.
Colecciona páginas percudidas en su taller de locura, junto periódicos viejos y artículos de experimento. Talla hueso tras hueso con suma dedicación, Zack es un perfeccionista del arte insaciable. Mientras el pitillo se consume y deja restos en su barba de tres días. Y Valentine, con los brazos moreteados, no rompe rutina en cantarle con la boca bien cerca del oído.
Y  él sigue dando sorbos de leche cada veinte minutos, soñando por callejones manchados de orina. Huesos de nidos ajenos y hojas de calendario enterradas.
Zack es un insaciable sediento.